miércoles, 12 de octubre de 2011

La Corona - Presentación

De noche, el reloj que late
es el corazón del tiempo.
Cada segundo un latido,
cada segundo un lamento.
Y a mí se me va la vida
entre suspiro y suspiro.
Que pena ser relojero
y no ser dueño de mi tiempo.

Las manillas despacito
van rodeando a la esfera,
como mis manos a tu cintura
paseando en la alameda,
lo mismo que un taconeo,
con esos andares lentos.
Que pena ser relojero
y no ser dueño de mi tiempo.

Y La Corona palpita
juntito al muelle real.
Mi Cai no anda, cachi en la mar.
Y los cuartos tocan a los vientos
esa alarma que te haga despertar.

Yo no quiero malgastar el tiempo
mientras toque el minutero
marcando tus penas.
Y la via se nos va ya poco a poco
como en un reloj de arena,
de tu arena.

Y si el péndulo siempre marca el compás,
que nunca sea para atrasar
la promesa y te engañen a ti otra vez
con otro nuevo amanecer.

Ay, y es que el tiempo es oro para mi Cai.
El que dijo que el tiempo lo cura to
no tenía reloj, no tenía reloj.

Y si Cádiz fuera un reloj de sol
marcaría las horas en tu balustrá
y las torres en punto las campanás,
de noche la luna el relevo,
grabaría las olas sobre tu mar.
Pero hoy me rebelo
y quiero y no puedo.
que gire tu corona y echa a andar,
que son tres mil años
y sigo esperando.
Que pena ser relojero
y no ser dueño de tu tiempo.

Joaquín Quiñones Madera
"La Corona" 2011

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