De noche, el reloj que late
es el corazón del tiempo.
Cada segundo un latido,
cada segundo un lamento.
Y a mí se me va la vida
entre suspiro y suspiro.
Que pena ser relojero
y no ser dueño de mi tiempo.
es el corazón del tiempo.
Cada segundo un latido,
cada segundo un lamento.
Y a mí se me va la vida
entre suspiro y suspiro.
Que pena ser relojero
y no ser dueño de mi tiempo.
Las manillas despacito
van rodeando a la esfera,
como mis manos a tu cintura
paseando en la alameda,
lo mismo que un taconeo,
con esos andares lentos.
Que pena ser relojero
y no ser dueño de mi tiempo.
van rodeando a la esfera,
como mis manos a tu cintura
paseando en la alameda,
lo mismo que un taconeo,
con esos andares lentos.
Que pena ser relojero
y no ser dueño de mi tiempo.
Y La Corona palpita
juntito al muelle real.
Mi Cai no anda, cachi en la mar.
Y los cuartos tocan a los vientos
esa alarma que te haga despertar.
juntito al muelle real.
Mi Cai no anda, cachi en la mar.
Y los cuartos tocan a los vientos
esa alarma que te haga despertar.
Yo no quiero malgastar el tiempo
mientras toque el minutero
marcando tus penas.
Y la via se nos va ya poco a poco
como en un reloj de arena,
de tu arena.
mientras toque el minutero
marcando tus penas.
Y la via se nos va ya poco a poco
como en un reloj de arena,
de tu arena.
Y si el péndulo siempre marca el compás,
que nunca sea para atrasar
la promesa y te engañen a ti otra vez
con otro nuevo amanecer.
que nunca sea para atrasar
la promesa y te engañen a ti otra vez
con otro nuevo amanecer.
Ay, y es que el tiempo es oro para mi Cai.
El que dijo que el tiempo lo cura to
no tenía reloj, no tenía reloj.
El que dijo que el tiempo lo cura to
no tenía reloj, no tenía reloj.
Y si Cádiz fuera un reloj de sol
marcaría las horas en tu balustrá
y las torres en punto las campanás,
de noche la luna el relevo,
grabaría las olas sobre tu mar.
Pero hoy me rebelo
y quiero y no puedo.
que gire tu corona y echa a andar,
que son tres mil años
y sigo esperando.
Que pena ser relojero
y no ser dueño de tu tiempo.
marcaría las horas en tu balustrá
y las torres en punto las campanás,
de noche la luna el relevo,
grabaría las olas sobre tu mar.
Pero hoy me rebelo
y quiero y no puedo.
que gire tu corona y echa a andar,
que son tres mil años
y sigo esperando.
Que pena ser relojero
y no ser dueño de tu tiempo.
Joaquín Quiñones Madera
"La Corona" 2011
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